Podría ser fácil, pero seguiremos buscando una y otra vez la manera de enredarnos en distintos pensamientos. Y mañana será otro día más en el que no va a bastar con una sencilla explicación de las palabras que pronunciaste, ni los pasos que diste en la dirección equivocada. Cerraste las puertas ante cualquier sentimiento y tiraste la llave. No querías más errores, pero por evitarlos cometiste el mayor de todos. ¿Cómo vas a salir ahora?
Fue culpa mía, por querer siempre todo. Por fallar en tantas cosas. Puede que algún día regrese, aunque solo sea para dejar de soñar cuando ya no pueda dormir más. Al final, no pasaste como cualquier otra persona. A veces llegaste a deslumbrar mientras que otras no conseguía ver nada claro. El resto de cosas perdían su interés y las miradas dejaban de tener importancia. Al final, eres la única persona que conozco que no quiere saber nada de batallas y que huye ante cada sentimiento. Nunca dejaste que nadie se acercara lo suficiente y aun así quisiera que te quedases parando los relojes.
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